
La épica y la estética forman parte del equipo que dirige Vicente del Bosque que hoy tras 80 años de historia de Copas del Mundo por primera ocasión son los mejores luego de ganar en estrepitoso partido 1-0 a Holanda en la final de un mundial desarrollado por primera vez en Africa.
El triunfo de España es el triunfo del fútbol lucido, el fútbol atractivo, de mucho toque, de la pelota al pie, de cambios de ritmo y con jugadores impredecibles en sus movimientos que han hecho que este juego capte la atención de todo el mundo cada cuatro años.
La furia, que ahora además del coraje y la garra, añadió la belleza a su juego, repitió y respetó el éxito obtenido hace cuatro años cuando fue campeona de Europa con gran parte de esta generación que hoy tiene el éxito absoluto.
Del Bosque, quien además de un gran entrenador es un gran persona, es el artífice de la victoria porque entre otras cosas, no borró la huella de su antecesor Luis Aragonés. Al contrario, sólo cambió lo que creyó podía ser mejor.
Cambió muy poco porque aquel equipo ya era casi perfecto. Renovó dos o tres posiciones, el caso de Marcos Senna quien no está más en el centro del campo español y el protagonismo absoluto de Xavi y Andrés Iniesta, hoy por hoy la mejor dupla generadora de fútbol.
Del Bosque también incluyó a Jesús Navas como extremo y al novato Pedro Rodríguez que fue una gran alternativa para un ataque diezmado por las lesiones de Torres y Fabregas.
La España del principio no fue la misma a la del final. Aquella que perdió en su debut 2-1 ante Suiza, fue un equipo que padeció las lesiones de sus figuras Fernando Torres y Cesc Fabregas que se recuperaron al final, pero no en su totalidad.
La presión también jugó un papel fundamental para esta selección que llegó con todas las expectativas de la espectacularidad y que conforme transcurrió el torneo fueron sonriendo más dentro del terreno de juego, también gracias a que David Villa fue retomando su letalidad dentro del área.
Primero con el triunfo sobre Honduras 2-0 y luego contra Chile que era una revelación en ese entonces, con la victoria de 2-1, España empezaba a dibujar el esbozo del equipo potente de hoy.
En los octavos de final, con un juego colectivo, por encima de lo individual, dejó en el camino 1-0 a la selección de Portugal tan dependiente del decepcionante Cristiano Ronaldo.
Con Paraguay en los cuartos de final sufrió porque el cuadro sudamericano lo presionó hasta casi asfixiarlo, pero el gol de Villa al minuto 82 le dio la última bocanada de aire que necesitaron para eliminar en la semifinal a Alemania con un gol de Furia de Charles Puyol.
La final de hoy ante la Holanda más brusca y acelerada de la historia, no fue más que un repaso del gran juego español que se salió de todos los argumentos mostrados por el resto de los equipos del Mundial.
España es el mejor porque fue el único que se salió de los márgenes del pressing, la intensidad, el juego físico, lleno de individualidades y sobrepuso al conjunto. Un conjunto que por ser histórico está lleno de épica y por el fútbol que desarrolló, con mucho toque de pelota, también fue estético.