martes, 13 de julio de 2010

SUDAFRICA 2010: Se impuso el buen fútbol

El primer Mundial en Africa se destacó por hacer vistoso un espectáculo y por ello España no fue el único que festejó.

El festejo de España por su consagración en la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 va más allá de sus fronteras. La selección de ese país regaló una gran parte de lo que se quiere del fútbol: hacer vistoso un espectáculo, en el que amalgaman jerarquías individuales y un aparato colectivo balanceado al más fino punto.

Eso que lograron Xavi e Iniesta, Alonso y Busquet, con la laboriosidad de Puyol y Villa, es algo de lo que se pretendía de la Argentina, cuyo entrenador Diego Maradona se encegueció en un sistema tal vez más ofensivo que el español, pero negando el desequilibrio que se fue evidenciando más palpablemente a medida que aparecían rivales con armas más sofisticadas. España echó por tierra eso de que la táctica es superior a la técnica o viceversa, ya que fue una alquimia precisa de una y otra cosa. No se apartó de su sistema de juego y Vicente Del Bosque para nada cortó las apiladas de Iniesta cuando la ocasión se dio.

Este Mundial sudafricano, al fin, premió el arte del fútbol y despidió al amarretismo de Italia que, con casi las mismas intenciones, ganó la Copa cuatro años atrás. No perdonó cuando Brasil dejó de lado al Brasil que suele desparramar sobre el campo su bagaje de gran fútbol y lo dejó fuera cuando se acostó en la especulación de un triunfo parcial ajustado, que Holanda le revirtió a puro pelotazo dentro del área.

Y si bien la Argentina no tuvo ese pecado, porque jamás se durmió y siempre buscó, lo hizo desnaturalizadamente. Se le pedían goles a Lionel Messi, cuando Maradona lo hizo ir a buscar la pelota atrás, sabiendo que la marca hacia él sería fortalecida y difícilmente tuviese fuerza para llegar al área contraria. Sin embargo, el Pulga lo intentó.

Si Maradona quiso armar el equipo para él no lo logró y escasas veces tuvo socios, salvo en los partidos menores de la fase de grupos, seguramente el más accesible de todos para un cabeza de serie.

Carlos Tevez tuvo el premio a su voluntad pero también jugó con comodidad que le da su posición natural y desperdició al crack que es Angel Di María, al igual que desaprovechó lo mejor de Juan Sebastián Verón. Ese quinto puesto que las cuentas le han dado a la Argentina no suma ni resta a lo que dejó en este Mundial. En cambio, sí dice mucho el Uruguay de Oscar Tabarez, un equipo austero con el desequilibrio de Diego Forlán, enorme y consagrado como el mejor jugador de la Copa. Supo el "Maestro" leer los partidos y perdió ajustadamente y sellando los finales con un descuento ante Holanda y un disparo en el travesaño de Forlán ante Alemania.

Tampoco fue el mundial de Wayne Rooney ni de Cristiano Ronaldo, las otras figuras eclipsadas, como tampoco Luis Fabiano llegó a asustar con sus goles, siendo junto al inglés del Manchester United los grandes postulantes al Botín de Oro. Pero sí fue relevante Thomas Müller, quien a los 20 años fue declarado botín de oro por haber convertido cinco goles (igual que Villa, Wesley Sneijder y Forlán) pero en un partido menos y haber dado más asistencias de gol que sus colegas y también haber sido la revelación.

Alemania y Holanda, pese a la derrota final, también se pueden dar por hechos. Holanda tuvo más de Wesley Sneijder, el que ganó todo con el Inter que de Arjen Robben quien pudo haberle dado el festejo del primer título a los naranjas el domingo en la final, pero falló en dos intentos clarísimos.

Sneijder fue la figura ante Brasil, por la envergadura del rival y por los dos goles que hizo. Si bien no tiene el fútbol de España, Holanda llegó al partido decisivo con 14 cotejos invicto, seis en la Copa y los ocho de las Eliminatorias. El técnico Bert Van Marwijk hizo un buen planteo achicándole la cancha a los españoles y estuvieron a punto de empardar y definir en penales.

Finalmente, Alemania también puede darse por cumplido, porque mostró un fútbol interesante de conjunto, con Müller y Podolski haciendo goles pero sabiendo que hay que defender y cómo hacerlo y con dos medios monumentales como Bastian Schwieinsteiger y Sami Khedira, un dignísimo remplazante del ausente Michael Ballack.

Pero más allá de los merecimienos de uno y otro, lo más destacado y querido de esta Copa fue España, que por su fútbol ganó hinchas y, gracias a la justicia, también es el nuevo campeón mundial.